martes, 2 de marzo de 2010

D.E.P

Lo que estamos haciendo con el medio ambiente no es normal, y por más acuerdos y convenciones (recordemos el acuerdo de Kioto, que los países más contaminantes no cumplieron o ni si quiera firmaron; o el actual congreso de Conpenhagen, donde no se ha sacado nada en claro) no interesa arreglarlo, porque eso supone un gasto monetario excesivo sobre los presupuestos anuales de cada Gobierno una excesiva inversión privada, etc. llendo todo ese dinero a fondo perdido a corto plazo, aunque, no saben ver que en un futuro si será rentable, porque el dinero que se perderá en la crisis global que generará el cambio climático cuando el nivel de las aguas marítimas suba y los países de la Polinesi o ciudades importantísimas como Nueva York o Venecia se vean anegadas será muchísimo más que en la actual crisis. Además, las empresas de los países desarrollados han encontrado un negocio en la ecología, produciendo productos con tal denominación, engañando, la mayoría de las veces (que no todas) a la población, que, acallada por la gran oferta de estos productos verdes, desvían la culpabilidad de las empresas contaminantes a los Gobiernos (que algunos llevan políticas de conversión de los sistemas energéticos basados en recursos no renovables (España), o tienen planes específicos para la protección de la Tundra (Canadá, Países Bálticos), etc.). Aunque esto no exime que algunas administraciones, como alguno de los citados, mantenga sus "tradiciones" tan cruentas y salvajes como la caza de la foca en su época de cría en Canadá. Tampoco a los Gobiernos de los países del G-20 les interesa aceptar políticas de amplio espectro contra los desastres creados por la polucón, ya que esto perjudicaría a las empresas que se aposentan en sus respectivos países y les dan de comer a sus votantes y a sus campañas electorales.

En conclusión, nos cargamos el planeta que nos da cobijo y hasta que no acabemos con él no vamos a darnos cuenta de lo que estamos haciendo y de su magnitud, repercutiendo esto en las futuras generaciones. Pero como lo vemos tan lejano, como todavía nos queda un poco de margen de error, habrá que aprovecharlo y exprimir todavía más el saco del dinero a costa de destrozar todo lo que se interponga en camino. Sólo hace falta ver los incendios forestales provocados por ciertos ayuntamientos de Castilla y León para poder recalificar estos terrenos con la excusa de que es más barato que replantar un bosque entero; la desaparición de montes enteros para la expansión urbanística que en lugares como en la Costa del Sol, hasta hace poco, se edificaban masificadamente.

miércoles, 20 de enero de 2010

¿Cuál es la razón de que palabras como éstas me resulten tan torpes y tan frías? ¿Será que no hay palabra lo suficientemente tierna para describirte? ».