Estamos construyendo un mundo paralelo y es grande la tentación de mudarse y vivir en él. Es un mundo light, irreal y aparente pero mucho, mucho más cómodo.
Allí viven cientos de amigos que exigen poco. Nadie expone sus miserias y las fotos sólo retratan sonrisas. Para ser solidario basta con hacer clic en el “me gusta”. Para protestar no es necesario levantar las manos del teclado. Te construyes una reputación con palabras, opinando, sin necesidad de crear, realizar o construir nada.
El mundo virtual es un entretenimiento, un desahogo inofensivo, si lo vives con un poco de distancia. Pero desde que Internet llegó al móvil vivimos con un ojo en la realidad y el otro en las redes sociales.
Es fácil mantener los amigos cuando todas las respuestas que recibes son positivas. Por eso, en Facebook, no existe el botón de “ no me gusta “. Es fácil conseguir reconocimiento. Basta con compartir una historia hermosa o una idea brillante que, habitualmente, es obra de otro. Es fácil tener conciencia social. Sólo hay que mostrar tu indignación, denuncia o solidaridad, ante una injusticia universal . Puedes hacerlo en un comentario de 2 líneas en Facebook o firmando las iniciativas de otros en Change.org. Es fácil ser un valiente activista parapetado detrás del anonimato. Es tan fácil como poco útil.
El problema surge cuando confundimos la vida real con la virtual. Es imposible reconstruir Filipinas a base de twitters. La ayuda humanitaria se paga en dólares.
En el mundo de verdad la amistad cuesta generosidad y lealtad. El reconocimiento social cuesta esfuerzo. La cooperación cuesta compromiso. La solidaridad cuesta dinero. Las revoluciones cuestan vidas. Indignarse cuesta , por lo menos, levantarse del sillón. La vida real cuesta. Por eso merece la pena.
sábado, 28 de diciembre de 2013
Punto. Y a otra cosa.
jueves, 6 de diciembre de 2012
Pienso
Pienso en mi incomodidad que los que tienen que estar incómodos de verdad son los que están ahora mismo con las riendas del país. Día de la Constitución, un libro que ha pasado de ser un logro de las luchas sociales en España a ser pseudo ciencia-ficción en manos de un puñado de personas poderosas y con dinero.¿Por qué van a estar incómodos ellos? Deberían estarlo, por lo que se les viene encima, que no es poco. Va a ser muy dificil aguantar otra tanda de recortes sin que la sociedad reviente. La crispación social ha pasado a ser enfado total y sentimiento de vergüenza ajena por la casta política que tenemos. Yo tengo esa pequeña esperanza de que en diez o veinte años veamos toda esta situación con cierto humor en los zapping previos a nochevieja.
Ayer, hablando con un chaval de Lanteira, escuché la mejor definición del Gobierno, "el Gobierno es una mierda". Clara, concisa y cierta. Mejor, imposible.
Incomodidad
Los viajes en autobús me desesperan. No tengo nada que hacer, miro la ventana, dormito, vuelvo a mirar la ventana. Monotonía de un paisaje gris en el que cae la noche y las luces de los pueblos tililan en las faldas de las montañas. No me caben las piernas en el asiento. Estoy incómodo y pienso.
miércoles, 21 de noviembre de 2012
El poder de la amistad
El amiguismo impera en España desde los anales de la historia. Ese valor personal que le inculcamos a los más pequeños ha destrozado España, sí, el poder de la amistad ha hecho que acabemos así. Ha hecho que cada español que llega a un cargo político sienta la irrefrenable necesidad de colocar a sus amiguetes alrededor, y que el que tenga un amigo político alguna vez le haya hecho alguna proposición indecente. Es así, ley de vida. ¿Quién no se ha imaginado a Rajoy y su mas de medio centenar de consejeros de cervezas en la Moncloa?